martes, 26 de enero de 2010

Rolcraft - Samuel Strongshield 1/2

Hoy, tras el descanso del fin de semana, toca Rol. Desde hace tiempo, pertenezco a una comunidad de Rol en WOW llamada Rolcraft, que me ha dado horas y horas de entretenimiento. Una de las ventajas de este servidor es que obtienes mucha experiencia como escritor, ya que para participar en él debes escribir una breve biografía sobre el personaje que deseas interpretar. Aquí está la segunda historia que hice (la primera debo encontrarla aún), un Paladín caído en desgracia llamado Samuel Strongshield. Está dividida en dos partes, mañana la conclusión.


Avanzar…

Ni un paso atrás…

Recuerda lo que has aprendido, lo que llevas haciendo durante años…

Mano firme. Escudo fuerte. Pies ligeros. Cabeza fría.

Eres un guerrero. Eres un soldado. Recuerda tus órdenes.

Túnica púrpura. Blasón de una calavera con serpientes.

Sigue adelante. Los enemigos se agolpan frente a nosotros. Son muchos más, pero más lentos.

Presa fácil.

Lanzo una estocada que penetra en el pecho de uno de ellos. No se inmuta. Giro rápido de muñeca y movimiento lateral. Partido en dos. Lo que dije, muy lentos.

Se distinguen algunos especialmente grandes que traen problemas. Los llamamos Abominaciones.

Veamos que tal.

El primer golpe que le lanzo apenas le hace nada. Esquivo. Su golpe destroza a varios de los no muertos que hay alrededor mío. Estas criaturas no sirven nada más que para la batalla.

Lo rodeo. Me encaramo a su espalda usando la daga para subir. Su piel es resbaladiza.

Tengo que darme prisa, este monstruo se mueve demasiado, y caer a sus pies es una muerte segura.

Apoyo la punta de la espada en su cráneo y empujo hacia adentro. Hasta la empuñadura.

Joder, sigue moviéndose.

Repetimos la jugada. Giro de muñeca, movimiento lateral, lluvia de fluidos para todos.

Cae. Magnífico. No olvides tu misión.

Túnica púrpura. Blasón de una calavera con serpientes.

Estas criaturas parece que no se acabaran nunca.  

Pies firmes. Cargo hacia delante con todo el peso de mi cuerpo y derribo a otros dos.

Acuchillo en el suelo. No hay que darles tregua. No son humanos. Ni siquiera están vivos.

Mierda, la espada se ha quedado encajada en uno de ellos.

No hay problema, has sido entrenado para situaciones como ésta. Encuentra un arma, y rápido.

Un hacha. No es tan sutil, pero más mortífera. Sigamos adelante.

Oigo explosiones de energía. Está cerca.

Túnica púrpura. Blasón de una calavera con serpientes.

Localizo al demonio que le sirve como guardaespaldas. Grande. Torpe. Presa fácil.

Utilizo un par de cadáveres como trampolín y salto frente a él. Sonrío.

Ruge y me mira con sus ojos brillantes.

Ven aquí, bicho.

Es sorprendentemente rápido, pero no lo suficiente. Resbalo con la sangre del suelo. Aprovecha para darme un puñetazo que me manda varios metros hacia atrás.

Escupo la sangre. Céntrate en el combate y déjate de tonterías. Tienes una misión.

Lo veo. Túnica púrpura. Blasón de una calavera con serpientes. El brujo. Detrás del demonio.

Probemos una cosa. Cojo el hacha con fuerza y la lanzo en dirección al no muerto.

Gira cortando el aire. Y no sólo el aire. El demonio se pone en medio y recibe el impacto.

El brujo me ha visto. No dejes que te toque.

No tengo más narices. Cuerpo a cuerpo. Saco las dagas y me lanzo contra el magullado demonio.

Mi combate no queda indiferente a mis compañeros. Varios impactos de bala estallan en el cuerpo amorfo del guardaespaldas y lo revientan. Camino libre.

Creo que lo que muestran los ojos del brujo es miedo. No lo sé. No me importa.

Salto sobre su cuerpo con las dagas por delante. Busca el cuello. Rápido. Efectivo.

Un corte rápido. Es carne podrida y se nota. La cabeza rueda por el suelo. Sigue mirándome. Un escalofrío recorre mi espalda.

Misión cumplida. Vuelve a la batalla que todavía quedan aldeanos con vida en medio de esta carnicería.

Trepo por el cadáver de una Abominación y observo el campo de batalla. Las cosas van bien. De repente oigo un lloriqueo.

Imposible. Concéntrate.

No, es un lloriqueo real. Busca el origen.

¿Aquella casucha? No, en el carro. Ahí estás, pequeño.

Corro hacia él derribando enemigos a empujones. Es irracional. Es sólo un niño.

Recuerdo…

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