lunes, 26 de diciembre de 2011

Aullidos - Capítulo 9

La velada con el heredero de los Colmillos Lunares había sido tremendamente trivial, y la joven Luzil estaba cansada. Durante la cena y el posterior paseo, el joven Erick se había encargado de relatar con todo lujo de detalles las posesiones de que disponía su clan en la ciudad, así como comentar, sutilmente, sus aspiraciones de futuro. Por un momento, la Hija de Trin´poh veía en el muchacho a un cachorro que ladrase con todas sus fuerzas para llamar la atención. Estaba claro que su madre, la regia Emma, había obligado a su vástago a aprenderse todos aquellos datos para intentar impresionar a Luzil, y la joven sonrió al imaginársela educando a Erick a golpe de regla.

- Veo que lo estás pasando bien – galanteó el muchacho, irguiéndose orgulloso, al malinterpretar la sonrisa de la doncella – Dime, ¿qué es lo que más te ha gustado de mí?

Por un momento, Luzil no supo qué responder, y se quedó mirándole, allí callada, viendo a través de los ojos negros del joven heredero. Casi por aburrimiento, suspiró levemente y se permitió bucear en sus pensamientos.

Cuentan las leyendas que los lupinos, así como la mayoría de las criaturas fantásticas que pueblan nuestro mundo y se esconden a simple vista, disponen de habilidades que los diferencian entre sí. Por ejemplo, había vampiros que al transformarse disponían de la fuerza de varios hombres, y otros que eran capaces de hablar con los animales. Entre los licántropos, las habilidades eran de un carácter más místico. Según los escritos, las manadas originales de Estados Unidos, los que hoy en día son llamadas indios americanos, podían transformarse en lobo, puma o incluso en halcón; los silenciosos exploradores de los Cárpatos eran capaces de hacerse casi invisibles en la nieve, y los lupinos del mediterráneo podían escuchar el vuelo de una mosca dentro de una habitación al fondo del pasillo.

En el caso de los Hijos de Trin´poh, su poder había sido la base de su ascenso al poder durante los últimos siglos. Mirando a los ojos de otro cambiaformas podían leer sus pensamientos. Esta habilidad era un secreto, ya que tiene un alcance muy limitado, y cualquiera que estuviera sobre aviso podría evitar un sondeo usando unas simples gafas de sol. Afortunadamente, Erick no estaba informado acerca de las poderosas capacidades de su invitada, por lo que cuando ésta se sumergió en su cabeza ni siquiera se inmutó.

La experiencia de navegar en la mente de alguien es distinta para cada explorador. Para algunos es como recorrer un largo pasillo, cuyas paredes están cubiertas de cuadros relacionados con recuerdos. Para otros es como pescar en un lago, donde hay pequeñas esferas luminosas en las que puedes encontrar los datos que necesitas. En el caso de Luzil, inspeccionar la mente de Erick fue como pasar las páginas de un libro con la cubierta de terciopelo negro. Era un libro extremadamente fino, y por un instante tuvo compasión de la vida tan simple que llevaba el futuro líder de los Colmillos Lunares.

Página tras página, a sabiendas de que el tiempo en el interior de la mente de alguien transcurría mucho más lentamente que en el exterior, Luzil comprobó las cosas que ya había averiguado antes de encontrarse con sus anfitriones: Los autoproclamados líderes de la ciudad necesitaban desesperadamente unir su manada con la de los Hijos de Trin´poh, ya que Erick era débil y frágil. Si la línea de sangre no se fortalecía, no tardarían en sucumbir bajo las garras de los vampiros o los cazadores de leyendas. También se asqueó con las prácticas sexuales de las que disfrutaba el muchacho. Encuentros clandestinos con humanas que vendían su cuerpo por dinero, y que satisfacían sus deseos aunque fueran asquerosos. ¿Cómo habían educado Harold y Emma a un futuro líder con unos gustos tan censurables? ¿O acaso era ella la que consideraba que la cabeza visible de un clan de licántropos debía ser más comedido?