miércoles, 9 de mayo de 2012

Iniciativa CO2 Neutral

Hoy no me pongo en contacto con vosotros para mostraros una obra más, sino para haceros conocedores de una nueva iniciativa por la cual ayudamos al planeta Tierra. Gracias a la gente de proTierra y su iniciativa CO2 Neutral, todos los Blogs que quieran colaborar con nuestro planeta podrán hacerlo de una forma rápida y sencilla.


Sólo tenéis que pasaros por su página Web y añadir el botón que podéis ver a vuestra izquierda, con ello, la gente de proTierra apadrinarán un árbol en vuestro nombre. ¿Qué perdéis por hacerlo, unos pocos minutos?


¡Un saludo!

viernes, 4 de mayo de 2012

Comunidad Umbría - Donovan


Hace unos meses interpreté a un joven mutante con la capacidad de moldear los objetos a su antojo, pero el desafortunado y lamentable fallecimiento del Director me dejó sin posibilidades de llevar el personaje más allá. Ahora tengo la oportunidad de reinterpretar a Brian, en este caso con el nombre de Donovan y un pasado algo más oscuro. Que os divirtáis.


El Mejor Espectáculo
Lo había hecho decenas de veces antes en ese tipo de situaciones, y muchas otras en su habitación, alejado de todos y de todo. Aquella vez no era diferente. Notaba la tensión en el aire, cómo algunos tragaban saliva preguntándose qué iba a hacer, o cómo otros tenían la mirada fija en sus manos. Incluso distinguió sin problemas a un par de periodistas acreditados que al día siguiente le convertirían en un bufón públicamente si no tenía cuidado. Pero realmente no le importaba todo aquello. Sólo cuando se encontraba con sus criaturas se sentía cómodo y a salvo. Como si fueran la única familia que hubiera tenido en su vida, y en cierto modo, así era.
No le gustaba hablar en público, así que dejó que sus manos explicaran lo que iba a hacer. Cogió un torso de maniquí y lo sentó sobre una silla. Lentamente, le fue acoplando las piernas y los brazos, haciendo que resultara una extraña imagen: una mujer sin cabeza sentada sobre una silla de mimbre. Lentamente, y con pasos elegantes, descendió al público y solicitó con un leve ademán un voluntario que se asegurara que allí no había trampa ni cartón. Una joven algo rolliza cogió su mano enguantada y subió con él acompañada del aplauso del escaso público que había acudido. Le dio todo el tiempo que necesitó para comprobar que no había hilos, ni cables, ni compuertas escondidas bajo el escenario, para luego volver a su asiento acompañada nuevamente de aplausos.
Entonces empezó su espectáculo. Se acercó a la marioneta y posó su mano suavemente sobre el muñón del cuello, donde debería de estar la cabeza, y suspiró. Y luego, lentamente, se alejó de la figura con los ojos cerrados, dándole la espalda. Lo que sucedió a continuación dejó a todo el mundo con la boca abierta.

La figura se movió. No como se movían las marionetas, de forma lenta y artificial. No, aquel maniquí decapitado empezó a moverse como si fuera una persona real, despreciando las limitaciones físicas que debería tener. Dio unos pasos primero, y luego empezó a bailar suavemente al ritmo de una música inexistente. El artista abrió los ojos y sonrió al público, dispuesto a empaparse con sus aplausos y sus alabanzas, pero lo único que vio fueron expresiones de desagrado, incluso un niño en la sexta fila empezó a llorar de repente.
- ¿Pero qué demonios os pasa? - gritó el artista, lleno de furia - ¡Os muestro el mejor espectáculo que hayáis visto nunca y ni siquiera un aplauso! ¡No tenéis ni puta idea de lo que es el arte!
El público se quedó boquiabierto ante el ataque de rabia que había surgido del joven, de apenas veinte años. Con los puños cerrados y el rostro enrojecido, parecía que fuera a estallar. De repente, una lata de refresco a medio consumir salió volando de entre el público, cayéndole sobre el brillante traje de lentejuelas.
- ¡Eres un tío muy raro! - dijo una voz de hombre - ¡Lárgate, estás haciendo llorar al crío!
Esto pareció enfadar muchísimo más al muchacho, que de repente se quedó mirando a la lata de refresco en el suelo. La manera en que el contenido se extendía sobre el suelo del escenario le dejó hipnotizado, pero pasados unos pocos segundos, alzó la mirada, furioso. Extendió la mano hacia el público, como si quisiera agarrarlos a todos de una sola vez, y cerró los ojos. A su lado, el maniquí dejó de bailar, cayendo a plomo contra el suelo, despedazándose.
De repente, desde detrás del escenario salió el maestro de ceremonias, que minutos antes había presentado la actuación, y abrazó al muchacho, obligándole a mirarle a los ojos. Algo le dijo al oído, alarmado, y pareció gesticular violentamente hacia los espectadores. No dejaba que el muchacho se explicara, y tras lo que pareció una breve regañina, el joven salió echando chispas hacia un lateral, perdiéndose en la oscuridad.
- ¡Nuestro Maestro de Marionetas, señoras y señores! - dijo el presentador, fingiendo una amplia sonrisa antes de dar paso al siguiente espectáculo.
  
Te Cambiará la Vida
- ¡Mira que te lo tengo dicho, Donovan! - le gritó el presentador - ¡Trata bien al público, es lo único que tenemos!
Sentado enfrente de su espejo, Donovan observaba el desfigurado reflejo de Francis Albertini, el presentador y director del circo donde trabajaba. Estaba furioso con él, y no era para menos. No perder los papeles frente al público era una de las primeras normas de su espectáculo.
- ¿A qué ha venido lo de no ponerle cabeza al maniquí? ¿Sabes la imagen que has dado? ¡Has asustado a la gente! ¡Has hecho llorar a un crío!
El joven artista se levantó de repente, provocando un estruendo cuando la silla golpeó contra el suelo.
- ¿Pero qué público, Francis? ¿Qué espectáculo? - dijo, furioso y malhumorado - ¿Te has dado cuenta de cuánta gente ha venido? ¿El público dices? ¡El circo está muerto, joder!
Eso golpeó de lleno en el corazón del curtido artista, que miró al joven decepcionado y se marchó en silencio. Es en esos momentos de la vida en que sabes que sólo tienes una oportunidad para hacer algo, y que si dejas pasar la ocasión, nunca más volverá a tí. En el caso de Donovan, podía haber parado a Francis, disculparse y dejar las cosas como estaban. Pero simplemente lo dejó marchar, cerrando la puerta lentamente tras de sí.
Horas más tarde, el joven decidió dar un paseo por la ciudad para despejarse. Como el circo estaba instalado en las afueras, tenía que coger una moto para llegar hasta el centro, pero cuando se dirigía hacia ella, vio cómo un lujoso coche pintado de negro mate se cruzó en su camino, deteniéndose justo a su altura. Debían de estar esperándole, porque era muy tarde como para que ningún espectador estuviera rondando por aquel lugar.
Cruzado de brazos, Donovan esperó a que saliera un par de tipos y quisiera partirle la cara por haberles insultado, pero en vez de eso se abrió la ventanilla trasera y un tipo con marcas de viruela en la cara le sonrió.
- ¿Vas al centro, chaval? Me gustaría invitarte a una copa, ¿te vienes? - dijo, y el muchacho pudo oler el aroma a puro barato que surgía del interior del vehículo.
- Lo siento socio, pero no soy de esos - respondió, con toda la chulería de que era capaz - Pero seguro que encuentras algún niñato por ahí que quiera chuparte la polla. Que te den.
Y sin despedirse, se dirigió hacia la motocicleta dispuesto a dejar atrás a ese tipo, pero de repente escuchó cómo se abrían un par de puertas del coche y alguien le cogía por detrás. Unas manos fuertes le agarraron y le alzaron en el aire, dejando a Donovan pateando en el aire y maldiciendo sin ningún éxito.
- Venga ya, chaval - dijo el hombre del coche, una vez que le hubieron sentado en el asiento trasero, a su lado - ¿Tengo pinta de que me gusten los niños? He visto tu espectáculo, es algo que no se ve todos los días. ¿Cómo lo haces, es un truco?
- ¿Y a ti qué coño te importa? - espetó el joven - ¿No sabes que no se les pregunta  a los magos cómo funciona su espectáculo?
- No creo que seas un mago, chaval. Ahora, explícame cómo haces eso, y quizás tenga una oferta para ti que te cambiará la vida.

Habilidad
Mike "El Balas" dijo que se llamaba, y era el líder de un grupito de maleantes que se dedicaba a robar tiendas de joyas, algún asalto nocturno a almacenes y cosas así. La verdad es que les daba para ganarse la vida, y se había hecho un nombre en el mundo del crimen como alguien que le echaba huevos al asunto. Consiguió que Donovan le explicara cómo hacía su espectáculo, y la verdad es que quedó encantado con la información.
A la gente como él los llamaban vulgarmente Mutantes. Desde que tenía conciencia, Donovan  había podido percibir cosas del entorno que la gente normal no podía. Sentía si en una casa había habido mucha violencia doméstica, o si una muñeca era muy querida por su pequeña dueña. Los objetos, decía, quedaban impregnadas de sensaciones, de sentimientos, por las personas que las utilizaban. Él podía percibir esas sensaciones como un florista podía percibir el aroma de las flores de su tienda.  Si entraba en una habitación llena de gente, podía saber en unos pocos segundos quién era el más violento de todos o quién había tenido relaciones sexuales la noche anterior. Era sólo cuestión de práctica.
Pero lo que realmente impresionó a Mike fue la habilidad que había demostrado con la marioneta de su espectáculo. Donovan le explicó que podía hacer que las figuras se movieran con el poder de su mente. De pequeño jugaba con muñecos, como cualquier niño de su edad, pero con el tiempo aprendió que podía hacer que las figuras cobraran vida y actuaran tal y como él quería. Al principio sólo podía hacer que se movieran una o dos, y realizaran movimientos simpes. Con el tiempo, podía hacer que dos maniquíes bailaran el vals al son de la música.
- ¿Y qué hacías en ese circo, chaval? ¿No tienes padres? - le había preguntado Mike mientras se comía un grasiento filete. Donovan sabía perfectamente a qué venía esa pregunta. Si no tenía a nadie que se preocupara por él, menos problemas tendría.
- Nunca conocí a mis padres. Toda la vida que he conocido ha sido en hogares de acogida, hasta que en la última me pillaron haciendo uso de mis habilidades y me dieron la patada, acojonados. Eran de esos tipos que no soportan a los mutantes - dijo, recordando con rabia aquella escena. Literalmente su padre adoptivo le echó a patadas de su casa, llamándole monstruo. Supuso que nadie en la agencia de adopción le había dicho que alguno de sus genes no era igual que el de los demás y eso le cabreó sobremanera.

Avaricioso
Normalmente siempre actuaban de la misma forma: Se habían apropiado de unos cuantos maniquíes a los que les ponían ropa de calle y un pasamontañas, y Donovan hacía que entraran primero en los sitios. Cuando el personal de seguridad se volvía loco intentando derribarlos, entraban los chicos de Mike. Gracias a eso, habían podido ganar unos cuantos miles en poco tiempo, y la cosa pintaba bien. Al joven nunca se le habría ocurrido pensar en ganarse la vida robando a la gente, pero tampoco es que tuviera muchas opciones.
Pero Donovan quería algo más. No quería pasarse el tiempo usando sus poderes para hacer trapicheos y robos de poca monta. Él quería hacer las cosas a su modo, sin tener que depender de gentuza como Mike y sus hombres. ¿Por qué limitarse a joyerías de baja estofa o almacenes semiabandonados?  ¿Por qué no asaltar un banco? Con la preparación adecuada, él podría duplicar o triplicar sus opciones si le dejaran opinar.
- No seas avaricioso, chico - le decía Mike - Hay gente ahí fuera muy peligrosa que podría cabrearse mucho si intentamos volar más alto. Nos va bien con estos trabajos, así que olvídate.
Pero bastó que le dijeran que se olvidase del asunto para que Donovan se planteara más en serio hacer las cosas a su modo.

Rata Traidora
- ¿Pero qué cojones es esto? - gritó Mike cuando vio lo que sus hombres le habían traído.
Sobre la mesa de su despacho había un montón de fajos de billetes burdamente falsificados y algunas joyas que un entendido no había tardado mucho en demostrar que eran falsas.
- Estaban en donde guardamos el dinero, jefe. Pero te juro que siempre comprobamos lo que nos llevamos y... y... - dijo Johnny "Dedos Largos" uno de los empleados de Mike, sudoroso ante la situación.
¿Cómo era posible que hubieran robado dinero o joyas falsas? Los lugares de donde los obtenían eran legítimos, y gran parte del dinero que tenían guardado lo habían conseguido tras vender el botín en el mercado negro. ¿Alguien había estado metiendo mano en la caja? ¿Pero quién?
Mientras tanto, Donovan, en su habitación, leía un cómic, ajeno a todo lo que ocurría. De repente, un golpe en la puerta la abrió de improviso, haciendo saltar algunas astillas de la cerradura. Mike estaba ahí, con su arma en la mano. Estaba furioso.
- ¡Tú, chico! - dijo, tirándole el fajo de billetes en la cara - ¿Sabes algo de esto?
Donovan era muchas cosas, pero una de ellas no era ser buen actor. Inmediatamente no supo qué decir y la culpabilidad asomó a su rostro.
- ¡Rata traidora! ¡Con todo lo que he hecho por ti! ¿Dónde está mi puto dinero? ¿Qué has hecho con él? - dijo, mientras uno de sus hombres le daba un cargador repleto de balas que llevaban su nombre.
Hacía unos cuantos meses Donovan había decidido que dejaría la banda, pero para eso necesitaba dinero. Como imposible que les pudiera robar sin que Mike se enterara, decidió sustituir los fajos de billetes y las joyas pendientes de tasar por creaciones de su propia mano. Hacía tiempo que el joven mutante tenía la capacidad de moldear objetos con el poder de su mente, pero había decidido mantener esa habilidad en secreto como un as bajo la manga. Cada noche, sustituía un par de cientos por falsificaciones de barro que no se revelearían hasta pasado un tiempo, y para entonces él ya estaría muy lejos. El problema era que Donovan no era muy bueno falsificando, por lo que cuando algunos de los miembros de la banda se desplazaron por la ciudad para buscar compradores, descubrieron el pastel.
- El dinero está ingresado en una cuenta a mi nombre, y si me matas nunca sabrás dónde está ni recuperarás tu pasta, Mike - dijo, levantando las manos indicando que no estaba armado, aunque nunca hubiera empuñado un arma - Déjame ir y te enviaré la mitad del dinero a cambio de que me dejes en paz para siempre.
- ¡Y una polla! - gritó Mike, cada vez más furioso. Si ya le había cabreado que aquel joven le hubiera robado, aún más le molestó que intentara chantajearle - Te arrancaré el pellejo a tiras y me dirás todo lo que quiero saber, ¡cogedle!
Donovan dio un par de pasos atrás, tropezando con un cojín que yacía en el suelo, y miró a todos lados. No tenía escapatoria. Si salía por la ventana, sólo le esperaban varios metros hasta el suelo, y si intentaba bajar las escaleras de incendios, los tipos de Mike le acribillarían a balazos. Si intentaba abrirse paso... bueno, eso era  impensable.
- No quiero haceros daño... Mike, de verdad. Os habéis portado bien conmigo... sabéis que podría usar mis poderes cont...
- ¡Ja! ¿Tus poderes, chaval? ¿Por quién me crees? - dijo,  sonriendo socarronamente - ¡Aquí no hay ningún puto maniquí para que manipules!
Y tenía razón, no tenía ninguna marioneta a mano, y eso le limitaba las posibilidades. Pero entonces se acordó de cómo había moldeado el barro para crear el dinero y las joyas. ¿Cómo lo había hecho? Él no era un artista ni había estudiado arte como para saber hacer cosas tan perfectas, ¡y a color! No... eso debía de ser parte de su poder. ¡Claro... él no manejaba las marionetas... las moldeaba a su antojo!
Concentrándose, notó cómo percibía las sensaciones a su alrededor. Las paredes despedían un aroma a ansia de libertad, a ambición, pero sobre todo a agresividad. Sí, aquellos tipos querían matarle lentamente. Dejándose llevar, desató su poder contra Mike y su banda.
  
Lo Que Le Diera la Gana
Una llamada de madrugada despertó al soñoliento policía que estaba de guardia. Detestaba estar pendiente de las llamadas de emergencias, pero había cabreado demasiado al capitán y le tocaría estar de guardia unas cuantas noches para compensar. La voz al otro lado estaba modificada y amortiguada por algo, quizás un trapo, y estuvo a punto de colgar pensando que era una broma. Pero cuando escuchó datos que sólo estaban en propiedad de la policía, se lo tomó muy en serio.
Le indicaba el nombre y la ubicación de la banda de Mike "El Balas", así como una lista de sitios que habían atracado para confirmar su autentificación. Le indicó que era un regalo para la policía y que sería mejor que se dieran prisa en ir a buscarlos.
La noche quedó iluminada de repente por las luces rojas y azules de las sirenas de los coches de policía cuando asaltaron el edificio. Tal y como la voz había informado, las puertas de la casa estaban abiertas y toda la banda estaba allí, inmovilizada. Lo que no había explicado era el cómo, y eso dejó sorprendidos a los tipos de uniforme.
Una especie de serpientes de cemento y metal estaban enroscadas en torno a Mike y sus hombres, inmovilizándolos de arriba a abajo. Sus gritos de dolor y pánico eran ensordecedores, y los policías no daban crédito a lo que veían. Efectivamente, aquellas serpientes estaban vivas, y se retorcían sobre los cuerpos de los ladrones.
- ¿Pero qué coño es esto? - preguntó el sargento Ramírez ante la escena - ¿Con qué has estado jugando, Mike? No, en serio... ¿cómo les quitamos estos bichos de encima?
Como si aquella pregunta fuera la clave del enigma, inmediatamente las serpientes se deshicieron en una papilla de polvo grisáceo, lo que permitió a los policías atrapar a la banda al completo. Fuera, en el edificio de enfrente, un joven sudoroso observaba la escena atentamente, y pareció relajarse sobremanera cuando las serpientes se desvanecieron.
Donovan bajó a la calle usando las escaleras de incendio y se perdió en la noche. Ahora tenía una cuenta llena de dinero para sus gastos y podía afrontar la vida con otros ojos. Ya no estaba a las órdenes de un ladronzuelo de poca monta. Ahora podía seguir con esa vida o alejarse durante unos meses a una isla lejana. Tenía su futuro en la palma de su mano.
Podía hacer lo que le diera la gana.