viernes, 30 de julio de 2010

Proyecto Zombie - Capítulo 3

El combate fue breve pero intenso. Cuando se dejaron de escuchar los guturales gritos de los infectados sedientos de sangre, sólo quedó la quietud de la noche. Marie giró sobre sí misma buscando a su descomunal amante, pero no encontró rastro de Behemoth. ¿Dónde se había metido? Se permitió unos minutos para recuperar el aliento, y comprobó con rápidas patadas que los caídos realmente lo eran. No podía permitirse errores.

No era la primera vez que el coloso desaparecía, pero le sorprendía que se evaporase tras un enfrentamiento. Normalmente acudía a ella en cuanto le era posible, preocupado hasta el extremo por la salud de su compañera. La amaba, y ella lo sabía, lo que le arrancó una sonrisa en los labios. Pese a que físicamente había cambiado enormemente, en el fondo seguía siendo el mismo chico que había conocido hacía unos años antes.

Registró los cadáveres en busca de algo de valor y regresó a la guarida para asearse e intentar descansar. Los ataques a media noche interrumpían su más que precario descanso, y eso la irritaba. Cuando Behemoth volviera, quizás le pediría unos de sus deliciosos masajes para relajarse.

La niña dormía. Le sorprendía la facilidad que tenía para mantenerse en los brazos de Morfeo pese a la situación que se cernía a su alrededor. Si fuera ella, pensó Marie, estaría muerta de miedo.

- Quizás realmente sólo necesites recuperar horas de sueño – dijo a media voz, mirándola dormir arrugando la naricita.

El cielo estaba especialmente hermoso esa noche, y Marie se sumió en un apacible descanso con la esperanza de despertarse en los brazos de su querido coloso.
A unos cientos de metros de allí, Behemoth resoplaba con dificultad mientras un nutrido grupo de criaturas en evidente estado de descomposición lo arrastraba con cuerdas calle abajo. ¿Por qué no lo había devorado allí mismo?

Estaba desorientado, y sentía como si no fuera más que una muñeca de trapo. Su descomunal fuerza se había evaporado de repente, cuando sintió una corriente de aire frío a su espada, tras destripar a un infectado sin piedad. Antes de que pudiera darse la vuelta, se desplomó golpeando el suelo con la cabeza y partiendo algunas baldosas. No podía llamar a Marie, ya que había perdido la facultad del habla tras las fumigaciones, y observó con impotencia cómo esos otrora descontrolados e impredecibles seres sedientos de sangre se organizaban para atarle por los pies con gruesas sogas y arrastrarle, perdiéndose en las sombras de la noche.

Eso no era habitual. ¿Organizados? No podía ser.

De repente, un gruñido se alzó en la columna de viaje, y todos se detuvieron. Behemoth aprovechó para observar el camino que habían elegido. Pese a que no podía moverse, aún poseía sus facultades mentales, e hizo un mapa mental del recorrido. Habían salido de la avenida donde se encontraba su refugio en dirección sur y como, debido al imponente tamaño del cazador, no podían atravesar las estrechas callejuelas, discurrían por las calles principales.

Entonces supo el lugar al que se dirigía la macabra columna de viaje.

Al Mar de Ceniza, el hogar de los siniestros Sabuesos.