sábado, 23 de enero de 2010

Ghost Rider 2055 2/3

Segunda parte de esta presentación del Ghost Rider 2055. James Morrison es un joven guitarrista despreocupado que está a punto a descubrir la verdad que oculta el Génesis.


La escena que vio Jim a continuación le sorprendió tanto que lo tiró al suelo de la impresión. Tenía ante sí a un esqueleto completamente envuelto en llamas, unas llamas terribles pero que no generaban calor alguno.

 - ¡OSTIAS! ¿Quién COJONES eres?

 - Llámame Motorista Fantasma

 - Vale Motorista, joder ¿y qué paso?

 - Junto a mi anfitrión, Dan Ketch, me enfrenté a Lilith y su progenie, y después de muchos años y muchas pérdidas, lo conseguí.

 - Espera, espera. ¿Anfitrión? ¿Pérdidas? 

 - Sí, Dan y yo ocupábamos un mismo cuerpo, mientras yo me ocupaba de eliminar el mal, el me daba un cuerpo en el que existir en la Tierra. Respecto a las pérdidas, digamos que todo ser humano tiene siempre un ser amado, ya sea familia, amigos… y Dan tenía muchos seres queridos.

 - Ah, ok, entiendo. Bueno, la cosa es que lo conseguiste, ¿y?

 - Con Lilith y su progenie fuera de este mundo, mi misión había acabado, así que liberé a Dan y volví al Infierno.

 - Eres un demonio o algo así, ¿no?

 - No exactamente. El caso es que yo pensaba que todo había acabado cuando medio siglo después aparezco en este sitio, en tu subconsciente. No se por qué, pero según me has dicho, Cuidador tiene algo que ver en todo esto.

 - Oye… si tú estás en mi subconsciente… me estás diciendo que me he convertido en tu… ¿cómo has dicho antes? ¿Anfitrión?

 - Parece ser que sí

 - Bueno, ¿y ahora qué tenemos que hacer? ¿un pacto de sangre? ¿un ritual satánico?

 - Nada de eso. Verás, Jim, para el resto del mundo, tú hoy has muerto junto al resto de tu grupo en una explosión cuyo origen desconozco

 - ¿Estoy muerto? ¡No jodas hombre! ¡Qué tengo 23 años!

 - No escuchas. Como ya te he dicho, he vuelto al mundo por alguna razón, y TENEMOS que encontrar a Cuidador para que nos explique el por qué

 - No me entero

 - Haremos como lo hice con Dan. Tú seguirás utilizando tu cuerpo, aunque como te he dicho, estás muerto, así que deberás ser cauteloso. Yo, mientras tu, nuestro cuerpo no esté en peligro, permaneceré en tu subconsciente, observando

 - No se tío, podemos probar. Al fin y al cabo, ya no tengo nada que perder, ¿no?

 - Exactamente. 

 - Bueno, ¿y cómo salgo de aquí?

 - Salta - dijo el Motorista Fantasma, señalando el vació que tenían alrededor

 Buddy no tenía un buen día. Su mejor botella de Bourbon se había acabado y ahora, en plena noche, cuando pensaba que podría dormir bien por primera vez en semanas, un tío con los ojos como dos linternas, había hecho estallar en llamas un Hover que venía en su dirección con un solo gesto. Pero para fastidiar más aún el día, Buddy vio cómo de las llamas y los hierros del Hover se alzaba una figura de un joven con el pelo largo y moreno, embutido en un chaquetón de (suponía) pseudo-cuero y que se dirigía hacia él.

 - Deja la bebida tío, no te ayuda en nada - le dijo Jim con una sonrisa. Después se dio media vuelta y se fue caminando calle arriba.

 Jim se sorprendió al decir eso. Cuando vivía, su vida había girado en torno al alcohol, la música, las drogas y las chicas. Pero desde que conoció al Motorista Fantasma, había dejado de lado todo eso… un tipo curioso este Motorista.

 De repente una idea saltó a la cabeza de Jim. En sus pesadillas vio al Motorista Fantasma montado en una moto, y si ahora él era el Motorista Fantasma, ¿dónde estaba su moto?

Tal vez necesitaría  que el Motorista ocupase el cuerpo pero, ¿cómo lo haría?

Cerró los ojos y se concentró. Nada.

¡La guitarra! Toda esta historia comenzó con la puñetera guitarra, así que seguro que esa era la clave. Corrió hasta el coche en llamas pidiendo por favor que no se hubiese destrozado con la explosión.

Por fin la encontró, intacta, como si el fuego no quisiese ni tocarla con sus llameantes dedos. Entonces fue cuando se dio cuenta.

Una persona normal y corriente que observara a sus amigos de toda la vida convertidos en cadáveres abrasados y humeantes se horrorizaría ante la visión y el olor. Pero Jim ni siquiera estaba incómodo, simplemente miraba los cadáveres con inusitada curiosidad, como si fuera realmente la primera vez que veía uno.

 - En fin, vayamos a lo nuestro – se dijo, dándose media vuelta y sacando la guitarra de su funda

 Instintivamente, comenzó a tocar suavemente una melodía que a menudo le pedía su querida abuela. 

La abuela. Tendría que ir a verla, no podía dejarla sola.

La guitarra sonaba, sin necesidad de amplificadores ni sintetizadores, y a medida que seguía tocando, los acordes se volvían más duros, más salvajes, hasta que se encontró tocando una melodía que no había tocado nunca, una melodía que parecía hacer que los edificios colindantes se tambaleasen y derrumbasen…

 - La balada del Infierno - se dijo

 De repente, vio cómo la guitarra se encendía en llamas pero, lejos de asustarse, siguió tocando más furiosamente, notando cada uno de los sonidos que emitía la guitarra. 

El fuego se propagó a sus manos, sus brazos, y rápidamente al resto de su cuerpo.

 Cualquiera que hubiera pasado por allí en ese mismo momento habría sido lanzado al suelo por la terrible explosión que se originó y que destrozó parte de los edificios de alrededor. 

Habría visto como el origen era un esqueleto envuelto en llamas.

Habría visto cómo a ese esqueleto le aparecían unos pantalones y una chaqueta de cuero negro.

Habría visto cómo unas calaveras humanas se manifestaban de la nada en sus hombros y rodillas.

Habría visto cómo una cadena se enrollaba en su cintura y alrededor de su pecho.

Y, finalmente, habría visto como esa infernal criatura miraba a su alrededor, y lanzaba a la noche un ensordecedor grito que le hubiera helado la sangre al espectador.

 - He vuelto - dijo el Motorista Fantasma

 Una vez que se hubo habituado a su nuevo cuerpo, miró a su alrededor y una idea surgió de su cabeza.

 - Jim tiene razón, no puedo ir andando, necesito mi moto… QUIERO mi moto - dijo el renacido Motorista Fantasma mientras se dirigía al desguace que tenía ante sí.

 Caminó entre las piezas desensambladas de Hovers de distintas clases, tamaños y colores. Potentes motores, enormes anuladores de gravedad, brillantes insignias…

Pero no vio nada que le convenciese.

Alzó su llameante mano y se concentró. Y al instante decenas de piezas surgieron de los montones de piezas destartaladas, cogiendo forma, uniéndose entre sí, mientras un temible fuego infernal actuaba de expertas manos guiando las piezas a sus debidos lugares.

Y pocos minutos después tuvo lo que quería.

Una moto para el Motorista.

Una llameante Hover-Cycle para el Motorista Fantasma del año 2055.

Su vehículo…

 La puerta del deshuace salió disparada hacía delante cuando el Motorista la atravesó a toda velocidad dejando tras de sí una chorro de llamas.

 - Cuidador, ¿dónde te escondes? Me debes una serie de respuestas - pensó para sí mientras zigzagueaba entre las callejuelas de los suburbios de la metrópolis de Nueva York.

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