jueves, 11 de febrero de 2010

Rolcraft - Samuel Strongshield (Contraofensiva) 5/5

Quinta entrega, y final de la historia. ¿Qué le sucederá a Samuel en la Catedral Negra?


- Aún no lo entiendes, ¿verdad? – dijo, señalando al techo.

Samuel, con el rostro perlado de sudor, alzó la mirada y leyó las runas que estaban grabadas en la fría piedra del techo.

 “Aquel que lee estas palabras ha dejado atrás la vida , pues al observar el Orbe de la Vida Eterna, brinda su arma al servicio del Exánime. Te saludo, Caballero Oscuro”

 - Pues estás muy equivocado, bicho. No tengo intención de servir a nadie más que al Rey que sirvo ahora, y a mis propios ideales – dijo, orgulloso

 - Intención – respondió el Lich, poniendo su mano sobre el Orbe, que comenzó a brillar con fuerza – Eso significa decisión. Nosotros no queremos decisión, Samuel, ¡queremos servidumbre!

 Como respuesta a las palabras del hechicero, del orbe comenzaron a surgir cientos de imágenes. Samuel empuñando la espada, asesinando a sangre fría a Allison, a Triskiel, a Thomas. Recorriendo el Castillo de Ventormenta hasta encontrar a Varian, y asesinándolo como Arthas mató a su padre. Samuel cayó de rodillas, extenuado.

 - Sus recuerdos morirán, Samuel. Tu nombre será borrado del mundo, porque será consumido por el Exánime. 

 - Forjamos nuestro propio destino, Wulgreth, por eso somos fuertes. ¿Para qué quiero gloria? Ya tengo lo que siempre quise. El descanso eterno de mis padres, y recuperar mi apellido. No tienes nada que quiera, ni me tendrás a mí.

 -  Nada es Eterno, Samuel, Sólo la Muerte. Sólo el Rey Exánime.

 - Esto se ha acabado, Wulgreth – dijo, alzando la mano e intentando destruir el orbe con el poder de la Luz. Al instante, el Lich chasqueó los dedos, y la mano de Samuel ardió y se volvió negra. Volvió a intentarlo, y la otra mano le sucedió igual.

 - ¿Ese es todo el poder de la Luz? ¡Observa el auténtico poder! – dijo, mientras centenas de cadáveres se alzaban en el suelo de la catedral. Con un movimiento de muñeca, pulverizó a varias decenas, y dirigió sus titilantes almas hasta su boca – Delicioso… ahora es tu turno, Samuel Strongshield.

 Las fuerzas de Samuel se agotaban, y vio con el rostro enfurecido que no era rival para el Lich. Sonrió tristemente, y alzó el rostro.

 - Bien, Wulgreth. Si esto tiene que acabar… prefiero que sea a mi manera.

 Y diciendo esto, sacó un puñal de su bota, y se atravesó el pecho con un quejido. Pronto la sangre comenzó a manar a borbotones.

 - Ah… te has apuñalado. ¿Quieres saber una cosa? – dijo, acercándose a él y mirándole a los ojos – Aquí no mueres. Derramarás tu sangre y luego, sólo queda el dolor. 

 Extendiendo la mano, Wulgreth atravesó el pecho de Samuel, y lo alzó el aire, mirándolo distraído. Lo lanzó al suelo, haciéndolo rebotar, mientras el León de Acero sentía cómo perdía la consciencia y la volvía a recuperar una y otra vez debido al dolor. Wulgrethle perforó y curó una y otra vez, mientras le miraba con gesto impávido. Le destripaba, y luego volvía a recomponerle.

 - Tengo todo el tiempo del mundo, Samuel. Parece que llevamos meses, pero en tu mundo sólo ha pasado un segundo… Helaré tu alma y olvidarás a tus seres queridos. Sólo escucharás mi Voz.

 Samuel, agonizando, intentaba aferrarse a los recuerdos de Thomas, de Allison, de sus amigos y compañeros, para no caer en la locura. Pero cada vez era más y más difícil. El Lich volvió a atravesarle el pecho, y lo lanzó lejos. Samuel voló. Voló durante una eternidad mientras se desangraba, hasta que cayó de nuevo como un juguete roto, desparramando su sangre por doquier, en el mismo punto en que fue lanzado.

 Luego… oscuridad, y unas manos que le agarraban con fuerza. 

 ¿Serían los demonios que venían por él?


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