martes, 4 de octubre de 2011

Comunidad Umbría - Limbo

Os presento la breve historia que escribí para una partida de jóvenes estudiantes en la Academia de Charles Xavier que nunca llegó a ver la luz. Espero que os guste.

Creo que debería de haber empezado a sospechar cuando desperté algunas noches en el jardín. La primera vez, cuando noté el agua del riego automático golpeándome el rostro, pensé “esto es un maldito sueño”. Pero no, ahí me tenías, con el pijama aún puesto y rodeado de geranios. Empapado, de mal humor y aún medio adormilado, entré en la cocina y mi madre me miró de hito en hito. Me aseguró que no sabía nada de que fuera sonámbulo, y que probablemente todo se quedaría en una anécdota.

Los siguientes días desperté en el desván, el tejado de mis vecinos y la puerta del supermercado de la esquina. No recordaba cómo había llegado allí, y en mi casa comenzaban a preocuparse. Y con razón. El médico de familia me hizo una revisión, y no encontró nada raro. Era un chico de 22 años completamente sano y sin antecedentes de enfermedades graves en mi familia. Entonces, ¿a qué se debían esos paseos que me daba mientras dormía?

Esa noche, mis padres probaron a cerrarme la puerta con llave, poner obstáculos en mi habitación, e incluso un cubo con agua junto a mis zapatillas de felpa. Me despertaron los gritos de mi madre, y cuando abrí los ojos, estaba tumbado entre mi padre y ella.

Coincidía que era verano, así que no tenía las clases para mantenerme ocupado. Y como había aprobado mis exámenes, me dedicaba a dar largos paseos o a investigar en internet acerca de, lo que yo había denominado, mi enfermedad. En foros había chicos y chicas de mi edad que hablaban acerca de sus experiencias, cuando descubrían que tenían talentos o habilidades especiales. Eran los mutantes. Según parecía, ahora estaba bien visto, desde que aquellos chicos salvaron al presidente, pero antes estaban perseguidos. Aún recuerdo las imágenes de aquellos robots gigantes por la televisión. Eran horripilantes.

No podía pensar que yo era uno de esos mutantes. Es decir, ¿no se suponía que era una alteración genética, y que los padres tenían algo que ver? Nadie en mi familia tenía antecedentes de ese tipo. ¿Entonces?

Una noche, mientras paseaba por el centro comercial, un grupo de chicos mayores de mi instituto se encaró conmigo. Por aquel entonces, ya habían empezado a correr rumores sobre mis paseos nocturnos. Empezaron a bromear acerca del tema, y se pusieron algo bruscos cuando intenté ignorarlos. El primer empujón me envió al suelo. Antes de que pudieran continuar, salí corriendo entre la gente, mientras ellos me perseguían gritando mi nombre para que no hubiera duda de quién era. Conseguí ocultarme en los baños pero me vieron entrar.

Estaba muy asustado. El sudor corría por mi frente y el corazón me palpitaba muy rápidamente. Quería estar lejos de allí. Quería estar en mi casa, con mi familia y a salvo. No quería estar en ese baño cuando esos animales entraran y me…

Y de repente, mi visión se nubló y me encontré sentado en mi cama. ¿Había sido todo un sueño? ¿Acaso me acababa de despertar? Entonces, por el rabillo del ojo vi una sombra en la puerta de mi habitación. Cuando giré la cabeza, ahí estaba mi madre, paralizada con la ropa sucia en sus brazos. Tenía los ojos desorbitados y la mandíbula desencajada.

Y así pasó. Según me dijeron, tenía lo que se denominaba un gen mutante. ¿Qué me pasaría ahora? ¿Tendría que esconderme? ¿Cambiar de nombre? ¿Qué sería de mi familia?

Entonces fue cuando recibí una carta bastante esclarecedora, invitándome a hacer una visita a cierta escuela para chicos superdotados. Una de la que ya había oído hablar en los foros de la red.

No hay comentarios:

Publicar un comentario