miércoles, 19 de octubre de 2011

Urrêbhedugwolûzuyeth, el Doppelgánger

Continuamos con los personajes antiguos rescatados del baúl de los recuerdos. Aquí tenemos la breve historia de un doppelgánger, una criatura mítica capaz de transformarse en otros, que escribí para una aventurilla jugada allí en Toledo.


Permíteme que te cuente una historia.

Mi nombre es Urrêbhedugwolûzuyeth, pero no intentes pronunciarlo, puesto que probablemente te partirías la mandíbula al hacerlo. Sólo los de mi especie pueden.

¿Qué soy? ¿Quién soy? Realmente, es difícil de explicarlo. A lo largo del tiempo y de las eras hemos sido conocidos por distintos nombres y han existido miles de historias sobre nuestra naturaleza. Y ninguna de ellas podría acertar ni la mitad de la verdad.

El origen de mi especie no está claro. De hecho, ni yo mismo lo se. Pero eso es irrelevante, no tienes que conocer de dónde vengo para saber hacia dónde voy. Somos supervivientes, humano; vagamos por las tierras desde hace siglos sin rumbo fijo y sin un lugar al que realmente llamar hogar.

Yo, particularmente, estoy en lo que llamo un “viaje de descubrimiento”. Viajo aquí y allá aprendiendo cómo son las distintas criaturas del mundo. ¿Por qué? Bueno, como habrás comprobado, los de mi especie tenemos una tremenda facilidad para… “meternos en la piel del otro” como decís vosotros. Y yo quiero saber cómo son todas las criaturas de esta tierra. Digamos que soy ser… curioso.

No les busques complicaciones a mi naturaleza. Soy una criatura orgánica cómo tú. No soy ser “mágico” ni “divino” como seguro que estás pensando. He tenido hasta… infancia.

Desde que tengo recuerdos no he tenido familia como la podrías conocer tú. Las organizaciones de parentesco en mi especie serían absurdas ¿no? Simplemente estuve bajo la tutela de un anciano hasta que tuve la suficiente madurez para… bueno… digamos que mi tutor tuvo un… “accidente”. No tengo costumbre de que alguien abuse de mí y no se lleve su merecido… Me enseñó todo lo que debía saber de nuestra especie y a lo que debíamos temer… y odiar.

¿Ese? Aparte de mí, es la única criatura viva en la que confío. Nos conocimos hace unos años, durante mi viaje por la Infraoscuridad. No sabía que pintaba un humano como él por allí, pero sus maneras me atrajeron, así que le seguí. Ni intención original era matarle y adueñarme de su cuerpo, pero tuvo la mala suerte de tropezarse con un oseogárfio así que me detuve y observe cómo se desenvolvía.

Me gustó mucho la forma de combatir que tenía, era como ver una hoja mecida por el viento, pero con una violencia devastadora. Pero no era lo suficientemente bueno como para enfrentarse a un enemigo así en solitario, así que tuve una idea: una criatura con sus habilidades me vendría mejor como compañero que como otra cosa, así que le salvé la vida. Juntos matamos a la criatura y nos unimos en fraternidad.

Obviamente, era difícil que al principio nos fiáramos el uno del otro. Pasaron varios meses hasta que pudimos decir que empezamos a confiar… pero valió la pena. Es lo más cercano a un… “hermano” que he tenido nunca.

Desde entonces me sigue. El me acompaña en mi peregrinaje y yo le ayudo con sus trabajos de… “limpieza”. Es un trato bastante justo. No te voy a dar muchos más detalles porque… si te soy sincero… no te van a servir de mucho. Sólo decirte que lo tuyo no es nada personal, sólo eres uno de nuestros “trabajos de limpieza”, y que, obviamente, querido Arthur, como eres un hombre inteligente, habrás deducido que no soy tu esposa. La matamos hace unos días, en el claro enfrente de tu casa. Murió sin entender cómo su propio esposo le abría el pecho con su hacha de leñador.

No me mires con esos ojos de terror, Arthur, todo va acabar pronto. Yo por mí te mataba rápida y limpiamente, pero aquí mi compañero se le ha antojado torturarte y luego arrancarte la cabeza, qué le vamos a hacer. Yo, si me disculpas, voy a visitar a tu hijo pequeño en la cabaña, creo que me ha entrado hambre…

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